El melancólico fado se convirtió este
domingo en motivo de orgullo y alegría de Portugal después de que la Unesco certificase
su preservación al declararle patrimonio cultural inmaterial de la humanidad
cuando el país vive sumido en la peor recesión que se recuerda.
Por un día, los intereses
de la deuda, el déficit y los planes de ajuste de la 'troika' fueron
desplazados en los telediarios por el singular fado, el género musical
luso por excelencia que 'La Reina' Amália Rodrigues (1922-1999) contribuyó
a divulgar en todos los continentes.
Cuando este domingo a
mediodía, hora portuguesa, el comité de la Unesco decidió en Bali (Indonesia)
nombrarle patrimonio, no solo portugués, sino de toda la humanidad, muchos
olvidaron por un instante las penurias económicas que afronta el país y cientos
de lisboetas corrieron al Museo del Fado para conmemorar el galardón.
"Este reconocimiento
constituye un motivo de orgullo para todos los portugueses",
proclamó enseguida el presidente de la República, Aníbal Cavaco Silva.
La proyección
internacional del género, asociada a la promoción de Portugal y su lengua, fue
una de las principales ventajas del premio, según varios artistas y políticos.
"Sirve para divulgar más la cultura portuguesa. El fado es el género que mejor define nuestra personalidad como pueblo", dijo Ana Moura, una de las artistas de la nueva generación que ha rejuvenecido este estilo musical.
"Sirve para divulgar más la cultura portuguesa. El fado es el género que mejor define nuestra personalidad como pueblo", dijo Ana Moura, una de las artistas de la nueva generación que ha rejuvenecido este estilo musical.
Historia del fado
Aunque se desconoce su origen, sus primeros registros se sitúan a
mediados del s. XIX en el lisboeta barrio de Mouraria, donde vivió la
prostituta María Severa Onofriana (1820-1846), considerada pionera del género. Su potente y melancólica voz encarnó la nostalgia,
los celos, el desamor y las pequeñas historias cotidianas de la
ya decadente capital lusa de hace dos siglos.
La primera constancia que se tiene del fado lo sitúa a mediados del s.
XIX en el lisboeta barrio de Mouraria. El fado, asociado en su inicio a las clases más desfavorecidas o a la
bohemia, ganó brillo en el siglo XX con la inigualable Amália, cuyo
talento y carisma la convirtieron en la mejor embajadora cultural de un
Portugal entonces muy aislado por la dictadura de Antonio de Oliveira Salazar
(1926-1974).
Con Amália, el estilo se refinó al adaptar
poemas de
ilustres portugueses como Luiz Vaz de Camões o Alexandre O'Neil, pero mantuvo
su sencillez formal: voz a capela de hombre o mujer, acompañado
circunstancialmente por una guitarra clásica.
'La Reina del Fado' marcó, sin
duda, un antes y un después. No obstante, otros artistas de renombre la
sucedieron, como Carlos do Carmo (1939,
Lisboa), a quien catalogan como el mejor fadista contemporáneo. La portuguesa
Enriqueta, vecina del tradicional barrio de Alfama, así lo aseguró: "Él es
el mejor de la actualidad, aunque nadie llega a la altura de Amália".
El fado es muy interesante,
sale del alma.Como Enriqueta, cientos de
lisboetas y numerosos turistas desfilaron este domingo por el Museo
del Fado y la Guitarra Portuguesa, donde se celebraron conciertos casi
ininterrumpidamente desde el sábado.
El español Francisco Pérez, de 42 años, celebró como un portugués más la victoria del fado. "Nos alegramos mucho por Portugal, para que levante un poco el ánimo su gente, y, como música, el fado es muy interesante, sale del alma", dijo Pérez.
Una visión de modernidad
Durante el periodo
posrevolucionario que trajo la democracia a Portugal (1974), el fado vivió una
especie de travesía del desierto. Vinculado por muchos a la dictadura o
simplemente a una música de "mayores", necesitó una generación para
que ganase impulso.
Aparte de Ana Moura, también Mariza,
Camané, Carminho o Raquel Tavares dieron oxígeno al género, al que aportaron
una visión de modernidad, aunque respetando sus
raíces.
Los últimos datos revelan que
continúa muy vivo. El fado ya representa el 20% de las ventas de música portuguesa, con más de
305.000 discos vendidos en 2010.
"En mi tiempo, cuando
comencé a cantar fado con seis años, era una vergüenza, sentía vergüenza de
decirlo en la escuela, porque era música de abuelos, de los mayores.
Actualmente el fado es una música para gente joven", constató la fadista
Tavares, de 26 años.
Como bien inmaterial de la
Humanidad, el fado no recibirá fondos directos, pero se beneficiará
de un plan de salvaguarda que debe cumplir durante los próximos cuatro años que
incluye la modernización de archivos sonoros, la reedición de obras antiguas y
su divulgación en las escuelas.(20.minutos)
Mis felicitaciones a todos los fadistas portugueses.
Me alegré mucho porque el Fado se lo merece.
ResponderEliminarMis felicitaciones para los portugueses.
Un abrazo
Adoréeeee!!
ResponderEliminarsoy fanático del fado, sobre todo lo melancólico y poético de su música y de sus letras
gracias inmensas
saludos
un reconocimiento muy merecido, si señora!
ResponderEliminarEL HOMBRE DEL CAFÉ
Me encanta el fado, ya era hora de éste reconocimiento, mi enhorabuena a todos los portugueses.Un beso Flor,.... te dejo este comentario como anónimo,no sé que pasa que no me entra con mi cuenta de google.
ResponderEliminarEncarni.
Yo vi a Amalia Rodriguez cantar en Paris en los años 60.También en la televisión. Muy interesante la historia que cuentas. Enhorabuena al pueblo portugués por el honor recibido. Besos
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