El cambio horario tuvo su
origen en el siglo XVIII, año 1784, cuando el científico y diplomático
estadounidense Benjamín Franklin ( The Autobiography of Benjamin
Franklin )durante su servicio como enviado extranjero en Francia planteó
por primera vez adelantar los relojes una hora durante el verano, a fin de
aprovechar mejor la iluminación natural y así consumir un menor número de velas
para alumbrarse durante la noche.
Todo se pasó cuando un día
se despertó con un ruido súbito, se había acostado muy tarde apenas había
dormido cerca de 3 horas, y vio que la habitación estaba muy clara con los
rayos del sol debido a que la empleada
se había olvidado de cerrar las persianas.
De seguida miró al reloj
que funcionaba muy bien y marcaba las seis horas. Quedó asombrado porque nunca
se había dado cuenta de eso pues se levantaba siempre cerca del medio día.
Benjamin Franklin publicó anónimamente una
carta en 1784 en la que declaraba que los parisinos ahorraban velas
levantándose más temprano, empleando así más luz solar. Se publicó por primera
vez en la sección "Économie" del diario Journal de Paris. La versión
revisada en inglés recibe el nombre de «An Economical Project», título que no
le puso Franklin. La moderada sátira de Franklin proponía imponer un impuesto a
las contraventanas, racionar las velas y despertar a los ciudadanos tañendo las
campanas de las iglesias y disparando cañones al amanecer, de acuerdo con su
proverbio: "Temprano a la cama y temprano al despertarse / vuelve al
hombre saludable, rico y sabio.") .No obstante no llegó a ponerse en
práctica.
A raíz de la Primera
Guerra Mundial y con el propósito de ahorrar combustible, el káiser Guillermo
II de Alemania decretó el inicio del cambio de hora el 30 de abril de 1916, que
también se aplicó a sus aliados y las zonas ocupadas, siendo los primeros
países europeos en emplear el horario de verano. Varios países beligerantes y
neutrales de Europa les siguieron, Rusia y otros países esperaron al año
siguiente.
Los Estados Unidos al igual
que España no lo hicieron hasta 1918. Desde entonces, se han producido muchas
propuestas, ajustes y revocaciones. Adelantar una hora los relojes durante los
meses de mayor insolación demostró ser una medida ‘tan eficiente’ que algunos
países decidieron conservarla permanentemente.
Hoy en día el asunto del
cambio de la hora está siendo muy contestado. Los cambios de horario dificultan
la percepción del tiempo y pueden causar problemas de sueño a las personas, stress
en los animales así como trastocar reuniones, viajes, facturación de equipaje,
el mantenimiento de registros, dispositivos médicos y el uso de maquinaria
pesada.
Muchos sistemas dirigidos por computadoras son capaces de
ajustar sus relojes automáticamente, pero se llegan a producir errores, sobre
todo cuando las reglas del horario de verano cambian.
lástima que no ahorre energía, al contrario, y encima afecte a animales niños y mayores. Esto del cambio de hora es una memez inùtil, que por ejemplo en Japon no lo hacen, quizás porqué son mas listos y han hechado cuentas . . .
ResponderEliminarel hombre del café
Hola y buenas noches..
ResponderEliminarUna entrada muy interesante, gracias por compartir..
Un placer tomar un cafetito a tu lado... besotes de bella semana