"Un grupo de ex
estudiantes, ya muy establecidos en sus carreras, se reunió para visitar a su
viejo profesor de la Universidad.
La conversación se concentró en quejas sobre el estrés en el trabajo y la vida.
Ofreciéndoles algo caliente de beber, el profesor fue a la cocina y regresó con
café y una gran variedad de tazas; porcelana, plástico, vidrio, cristal,
comunes, caras, exquisitas. Les pidió que se sirvieran café caliente.
Cuando todos los estudiantes tenían su taza en mano, el profesor dijo: "Si
se han fijado, todas las tazas bonitas y caras han sido tomadas, quedando atrás
las más comunes y las más baratas. Aunque es normal que quieran sólo lo mejor
para ustedes, ése es el origen de sus problemas y estrés. Lo que en realidad
querían era café, no la taza, pero conscientemente tomaron las mejores tazas y
hasta las estuvieron comparando con las tazas de los demás. Fíjense bien
–prosiguió-, La Vida es el café, pero sus trabajos, el dinero y la posición social
son tazas. Las tazas son sólo herramientas para sostener y contener Vida, pero
la calidad de la Vida no cambia.
A veces –concluyó-, al concentrarnos sólo en las tazas, dejamos de disfrutar el
café que hay en ella. Por lo tanto, no dejes que la taza te guíe... mejor goza
el café".
Autor desconocido
sabia lección. Me gusta mucho la nueva plantilla-
ResponderEliminarEL HOMBRE DEL CAFÉ
Qué razón tiene el profesor. Las apariencias no nos dejan disfrutar de la vida.
ResponderEliminarBeijos
Una lección magistral que debemos tener muy presente. La mayoría solo vivimos por y para las tazas.
ResponderEliminarUn abrazo
Que pena encontrarte cuando parto a tierras lejanas.
ResponderEliminarMuy lindo tu blog, al navegar por él se puede sentir el aroma del "néctar negro de los dioses blancos" como siempre se le ha conocido.
Me imagino en mi tierra frente a una taza de ese bendito café. tan necesario para nuestro organismo, ya que nos despierta sensaciones inimaginables.
Muy buena lección de la vida. Deberíamos darle más importancia a las cosas que en realidad la tienen.
Una cubana que regresa a su tierra