Vendedores de castañas
Ellos
dan sabor a los días de quien camina, con prisa y con frío por las calles de
Lisboa.
Hace
mucho que los vendedores de castañas se tornaran en un símbolo del otoño.
Cuando estaba llegando al Café quedé sorprendida porque estaba un vendedor de castañas por allí cerca.
El humo y el olor de las castañas asando es muy agradable.
Compré de seguida un pacotillo con 12 castañas muy calientes que me custo 2 euros.
Al entrar mire a mi alrededor buscando alguien conocido y estaban unas amigas también comiendo castañas y riendose con el "Hombre del Café" porque las castañas estaban tan calientes que el quería quitar la cascara y se quemaba.
Estuve en el Café casi hasta la hora del almuerzo echando broma. Les voy contar un secreto... alguién (?) nos regalo una botella de vino dulce (Jeropiga) y si antes lo estabamos pasando bien, después lo pasamos mucho mejor.
Me acordé de algo que había leído sobre una historia de vida de los vendedores de castañas.
Filipa contó su história.
Ella
ocupa un lugar en el Rossio cerca de la Rua do Carmo que fue de su suegro
durante 30 años, pero hace siete años que ella y su marido tomaron cuenta del
negocio. Hace mucho tiempo que abandonó su sueño de ser antropóloga, porque la gente le decía que el curso” no daba pan”. Cuando terminó el 12º año de escolaridad, en vez de ir para la
universidad, saco un cursillo de administrativa y trabajó en una oficina de
contabilidad pero después opto por trabajar al lado del marido.
El
arte de vender es herencia de familia. Ella fue educada de niña por su abuela
que en tiempos atrás vendió flores en el inicio de la Rua Augusta.
Filipa
tal como otros vendedores de Castañas, helados y fruta están intentando negociar con la alcaldía de
Lisboa mejores condiciones de trabajo. Luchan, por ejemplo, para tener
beneficios en los aparcamientos y por mejor iluminación, casi inexistente en
muchos puestos de venta.
Mas
la preocupación de todos es guardar el único secreto:” No se puede sacudir
mucho el asador de las castañas porque si no el secreto sale para fuera”.
Yo
no la conozco personalmente pero la vi el ultimo lunes en un programa de
televisión y me pareció una mujer muy inteligente y recibió elogios por lo que
hablaba y como hablaba. Nadie
diría que ella asaba castañas en la calle y que quiso ser antropóloga.
Solo
tiene 32 años aun está a tiempo.
Ella ahora es feliz y tiene trabajo.
Quién
sabe si hubiera estudiado para antropóloga estaría trabajando? A lo mejor estaría sin trabajo o también quien sabe asando castañas…
Solo antes de salir tomamos un café... sin azúcar!!!
UNA HISTORIA INTERESANTE - YA TE LO DIJE - és una suerte tener castañeras, ya sabes que aquí ya no hay.
ResponderEliminarun abrazo - El Hombre del café
Me encantan ver en otoño la imagen entrañable de las castañeras, es algo tan típico y gracias a Dios, aquí no se han perdido,.... están tan ricas y su olor inundan las calles que es una delicia.
ResponderEliminarMuy interesante la historia de la castañera-antropóloga Flor.
Un besito.
En Madrid ya es difícil ver a la añorada castañera asando las castañas y dándonos un cucurucho calentito en los días helados. Hay pocas y ahora son emigrantes.
ResponderEliminarcuriosa la historia de esa castañera. Fíjate las vueltas que da la vida.
Besos y cariños, bella Flor.
Me encantan las castañas. No te quejes porque las compraste muy baratas.
ResponderEliminarLa historia de la casi antropóloga es muy linda; hoy en día cualquier trabajo es interesante y da de comer; desde luego que aún es joven y puede ver cumplido su sueño. Beijinhos
te regalo unos versos, amiga,
ResponderEliminarQuizás cuando vayas a tomar tu café quieras compartirlo con tus amigos.
COMO ESPERANDO ABRIL
Silvio Rodríguez
Mucho más allá de mi ventana
las nubes de la mañana
son una flor que le ha nacido al tren.
Un reloj se transforma en cangrejo
y la capa de un viejo
da con una tempestad de comejen.
Mucho más allá de mi ventana
colores jugaban a hacer un jardín
en espera de abril.
Luego entro los ojos
chorreando esa luz de infinito
y es cuando necesito un perro,
un bastón, una mano, una fe.
Y tu pasas tocando
el frío con suave silencio
y ciego te sentencio a que nombres
todo lo que ahora no sé.
Mucho más allá de mi ventana...
Un reloj se transforma en espejo...
Mucho más allá de mi ventana...
Mucho más allá de mi ventana
mi esperanza jugaba a una flor
a un jardín como esperando abril.
besotes y date una vuelta por mi casita cuando gustes.
Qué interesante la charla sobre las castañas y qué ricas están.
ResponderEliminarEn cuanto a Filipa, la vendedora de castañas, que iba para antropóloga, porque aquéllas daban el pan y la carrera no daba nada, más bien se moriría de hambre, nunca es tarde. Tal vez cuando se haga rica con las castañas, podría estudiar antropología que es una carrera muy entretenida y bonita.
Un abrazo.
Juan Antonio
La verdad es que cada vez que en mi ciudad aparecen los asadores e castañas bnos hacemos algo mas viejos y nostalgicos, gracias por retratar estas imagenes! Un abrazo!
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