El Toro de Osborne, esa silueta publicitaria declarada patrimonio cultural
que suele lucir su negra bravura en lo alto de los cerros y colinas. Pero últimamente
no han sido pocos los que han querido darle un toque de color al hierático
animal.
Hay quien ha pintado sobre su lomo
“Te quiero, Dori”, otros lo han cubierto con los colores de la bandera
gay; otros lo han pintado florido para celebrar la primavera; y hasta lo han
utilizado como elemento de denuncia, dibujando sobre él un Guernica
anti-taurino o plantándole una mascarilla para denunciar la contaminación.
(Atlas)
Al leer esta noticia me acordé cuando viajé en coche por primera vez a Madrid de la aparición a lo lejos de este famoso toro en las colinas.
Me quedé sorprendida porque parecía un toro de verdad. Y a medida que me iba aproximando me daba
cuenta del tamaño del “animal”. Impresionante!
Me gustan mucho los toros, como animales nobles que lo son. Los miuras
son especiales. Me gusta ver los encierros de San Fermín, en la televisión
claro, y los miuras siguen corriendo camino de la plaza y casi que no miran al
ambiente que les rodea.
También me gusta ver los toros en su hábitat, en el campo, parecen
unos animales tranquilitos rodeados por garzas y por otros bueyes. Se ven mucho
en nuestra provincia de Ribatejo. De un lado se ven los toros y del otro lado
los bellísimos caballos.
Estaba tan “embreñada” en mis pensamientos que el “Hombre del Café” me
estaba saludando y ni me daba cuenta. Me
preguntó lo que yo estaba leyendo tan absorta y le conté todos mis recuerdos.
.
Los animales tienen su belleza, pero por favor evitemos sus martirios.
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